Es difícil entender porque una persona querría hacerse daño intencionadamente, o porque la lesión puede llegar a proporciona un alivio ante diversos estresores. Uno de los principales desencadenantes puede ser una situación de rechazo que el chaval esté sufriendo, como un rechazo amoroso, por un grupo de amigos, discriminación por cualquier motivo, etc.
Cuando un adolescente comienza con el hábito de la autolesión puede parecer, de entrada, un comportamiento suicida, de querer dañarse, pero puede darse por diferentes motivos y persiguiendo diferentes motivos muchas veces inconscientes ya que a menudo ni ellos mismos entienden por qué lo hacen o que les pasa.
Muchas veces puede que estén tratando de aliviar su dolor emocional tratando de producirse un dolor más intenso que le distraiga o alivie, ya que el cerebro segrega serotonina cuando nos herimos como un analgésico natural.
En otras ocasiones las personas están tan ajenas a sí mismas, a sus emociones, que la única forma de poder sentir algo es provocarse algún tipo de estimulación intensa y para ello puede llegarse a la propia autoagresión.
También puede ser que las autolesiones se utilicen como una vía de comunicación con el entorno próximo, a veces no es fácil comunicar lo que está ocurriendo, contar cosas dolorosas que están sucediendo, recurriendo así a llamar la atención de forma inadecuada. La cuestión es que si se atiende a este tipo de conductas se pueden llegar a reforzar y así volverse crónicas o cada vez más intensas.
Por extraño que pueda parecer, sucede que a veces simplemente es cuestión de seguir modas que se ven en las redes sociales, ya que hay acceso a cualquier contenido y a cualquier lugar y personas remotas con diferentes comportamientos en cualquier punto del planeta.
¿Qué se puede hacer en estos casos?
Es necesario tratar con profesionales de Salud Mental. A veces los chavales necesitan también atención médica especializada; en estos casos lo ideal es la combinación de psicoterapia donde se enseña al chaval a manejar sus emociones con una expresión eficaz y saludable de las mismas, a la vez que terapia farmacológica. Otras veces con Terapia Familiar pueden aliviarse muchos de los síntomas y resolver los problemas que se están dando y que impiden una buena comunicación, llegando así a unas relaciones más saludables donde todas las partes se sientan mejor. La terapia siempre es personalizada, adecuada a las necesidades particulares de cada persona, cada familia.
MARÍA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA.