El pasado 30 de noviembre se celebró el Día Internacional de Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
Continuamente surgen nuevas dificultades en esta línea en la población, aunque la buena noticia es que se sigue realizando investigación científica para poder atajar cada día mejor el malestar que producen este tipo de trastornos, y que normalmente tienen unas raíces más profundas que la mera apariencia, aunque esta está en juego.
Según un estudio en la Comunidad Valenciana, (abajo se menciona la fuente), se está dando un aumento de la vigorexia y la ortorexia entre la población adolescente y llama la atención sobre los comportamientos de los más jóvenes en relación con la comida.
Cada vez más adolescentes están o han estado a dieta en el último año y la mayoría no quiere especificar el motivo por el que la comenzó.
Seguir dietas sin una supervisión profesional en edades tempranas es un factor de riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria. La atención excesiva en la imagen corporal y el control de los alimentos ingeridos aumentan el riesgo de mantener posteriormente este tipo de conductas extremas, generando una obsesión que empeora la calidad de vida.
La preocupación por la imagen corporal comienza a ir más allá de la pérdida de peso y ahora la atención también se centra en la ganancia de masa muscular y el incremento de peso total. Observamos una tendencia hacia la búsqueda de cuerpos más voluminosos y musculados. Este desplazamiento en las prioridades podría implicar un aumento en el futuro de otros tipos de TCA menos tradicionales como la ortorexia, obsesión por la comida sana, o vigorexia, que se centra en la búsqueda obsesiva por alcanzar mayor masa muscular a cualquier precio y mediante cualquier medio
Esta tendencia aparece ya en adolescentes, lo que supone una preocupación creciente por su apariencia física y la aparición de la crítica corporal desde los 12 años. Frecuentemente, admiten haber realizado comentarios sobre cuerpos ajenos tras percibir cambios físicos en sus compañeros y compañeras.
Recurrir a la mentira para reducir la ingesta demuestra que hay un problema evidente con la comida, normalmente relacionado con el deseo de comer menos. Este comportamiento suele estar vinculado a un ciclo emocional característico de los TCA que incluye emociones como la culpa, la pérdida de control y la frustración. Además, puede ser el inicio de muchas otras conductas de riesgo propias de estos trastornos, convirtiéndose en un punto de partida hacia dinámicas más complejas y dañinas.
La búsqueda de soluciones rápidas para lograr el "cuerpo deseado" también ha llegado a la población adolescente, dado que uno de cada cuatro encuestados considera que es normal perder más de cuatro kilos en un mes. Esto refleja una posible normalización de prácticas de pérdida de peso de riesgo, con conductas alimentarias que son en sí un trastorno, como el ayuno prolongado, la restricción calórica extrema o el uso de laxantes.
Se trata de prácticas que pueden desencadenar un círculo vicioso: tras una dieta extrema, muchas personas experimentan atracones, lo que aumenta su insatisfacción corporal y refuerza conductas compensatorias poco saludables, creando un ambiente propicio para TCA. La limitada percepción de los riesgos de las dietas subraya la necesidad de fomentar una educación sobre prácticas saludables a la hora de modificar el físico.
Al riesgo de seguir "dietas milagro" se suma el de los suplementos para perder peso. Que una parte de los adolescentes haya podido acceder a estos suplementos demuestra la extendida comercialización de estos productos sin ninguna medida de control ni regulación, además de la normalización de su uso en ciertos entornos, que anteponen la imagen a la salud.
Es de vital importancia el trabajo multidisciplinar entre nutricionistas y profesionales de la psicología para abordar y tratar esta problemática. Busca colegiados en el que encontrar a los profesionales adecuados, especializados por ámbito de actuación.
Desde la familia es necesario fomentar el valor integral de la persona, no sólo es un físico, hay mucho más allá, el ser humano en su conjunto. De ahí nace la autoestima, lo auténtico. Desde el centro, no hay fachadas que valgan. Está la seguridad y autoconfianza. El amor propio.
FUENTE: 'Percepción del riesgo de TCA en población adolescente', Proyecto Comer Libremente en colaboración con, Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa). 2024
Mª Pilar Fuente Psicóloga Colegiada G-04034
Centro Sanitario C-15-003650 y C-15-004977
Clinico y Máster EMDR. Terapeuta Familiar Sistémica