La paulatina vuelta a la normalidad nos está trayendo unas cosas y está dejando atrás otras, como suele ser habitual, todo tiene ventajas e inconvenientes. En primer lugar, desde mi posición de profesional, y me consta que al igual que mis colegas, estamos haciendo una despedida, y es que el Consejo General de Psicología en colaboración con el Ministerio de Sanidad ha desactivado los teléfonos de emergencias relacionados con el Coronavirus en relación a la atención a mayores, personal en crisis, sanitarios, etc. Nos produce cierta tristeza ya que fue una época de solidaridad donde, desde las Instituciones, Organismos, asociaciones, todos nos brindamos y quisimos colaborar, poner nuestro granito de arena en el apoyo a tanto desastre que se dio en poco tiempo.
Por otro lado es buen síntoma que este mecanismo de emergencia se vaya desactivando porque es sinónimo de que paulatinamente se va recobrando el pulso de la normalidad y por lo tanto deja de tener la función para la que fue proyectado. La gente sale a la calle con más libertad, los mayores tienen sus espacios y horarios, por lo tanto más libertad y bienestar; los niños otra vez están empezando a disfrutar de espacios donde correr y saltar, explayarse, contactar con la tierra, con su esencia de pequeños exploradores del mundo; los sanitarios comienzan a retomar el ritmo habitual en su labor, al menos de momento, por lo tanto pueden darse un respiro y dejar ir la tensión acumulada de estos últimos meses.
Estamos sufriendo muchas pérdidas, siendo una de las más importantes la de la estabilidad socioeconómica que veníamos disfrutando. Instalados en el consumismo, vivíamos el día a día pues con ese afán de tener, disfrutar de lo inmediato, el más y mejor… Todo esto se ha desplomado y ahora es cuestión de replantearse este estilo de vida tal vez un poco superficial, inconsistente, dirigido por unas minorías a quienes interesa movilizar a unas mayorías por puro interés económico. El Covid-19 nos ha pegado una sacudida tal que nadie se ha quedado indemne. Ahora nos toca preguntarnos a cada quien como vamos, queremos o podemos redirigir nuestra economía, nuestra forma de vida, qué vamos a priorizar; tal vez se pueda vivir más y mejor con menos, como así hemos experimentado en los últimos tiempos.
También como sociedad, en cierta medida se nos presenta un duelo; es algo natural en la vida cuando perdemos algo o alguien importante, cuando cerramos etapas, cuando hacemos cambios importantes o cuando hay que hacer reajustes obligatorios y necesarios, como éste es el caso. Cuando todavía estamos en el fragor de la batalla es cuestión de tirar para adelante, sobrevivir, esforzarse, tomar medidas, apenas se siente el pesar, sólo hay lugar para la preocupación, la inquietud, el miedo, la búsqueda de soluciones o la espera. Pero a medida que lo peor va pasando, es cuando aparece la pena, se puede empezar a elaborar el duelo y sentir el dolor de todo el impacto del trauma, la tristeza por la pérdida de tantas personas fallecidas, la enfermedad y sus posibles secuelas y la tristeza que sobrevuela el planeta sabiendo que convivimos con el virus y que nos amenaza por todas partes.
El ser humano es un superviviente nato, podemos enfrentarnos a multitud de retos y salir delante de todos ellos, siempre renovados, con mayor conocimiento de la vida y el mundo, más experimentados y fuertes, más valientes y seguros de nosotros mismos. Pero cuando nos atascamos, dudamos, nos fallan las fuerzas, no encontramos salidas o sentimos que el mundo se nos vienes encima, podemos solicitar ayuda profesional, aquí estamos para cuando necesites. Recuerda, de todo se sale.
Juntos podemos!!!
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGÍA PRESENCIAL Y ONLINE NRS. C-15-03566 y C-15-003650