A grandes rasgos, todos sabemos el tremendo impacto que el Covid19 ha causado en la población. Ha llegado como un tsunami a nuestras vidas, hay un antes y un después, el mundo no es el mismo, hemos tenido que aprender a vivir de otra forma, aún a pesar de la resistencia de algunas personas que se niegan a asumir la responsabilidad en torno al virus, lo cual no sólo les afecta individualmente sino también colectivamente. Sería éste un buen momento para plantearnos el grado de solidaridad, empatía, civismo, buenas prácticas, que aplicamos en el día a día. ¿Realmente queremos hacer un mundo mejor, donde todos nos sintamos bien, o por el contrario complicarnos inútilmente causando sufrimiento innecesario?
Partiendo de la responsabilidad personal, y en el mejor de los casos, es inevitable el dolor que nos ha traído. Es verdad que a unos más y a otros menos, un número elevado de familias han perdido al menos a un ser querido, otros se han quedado con graves secuelas que los han incapacitado, en otras ocasiones las secuelas han sido menores pero aun así devastadoras, ya que se ha pasado de la salud a la enfermedad, muchas veces crónica, por no decir la muerte. El Covid19 nos ha invadido como una oleada, dejando dolor, muerte, destrucción en muchas áreas como la económica, social, relacional, salud, etc. Son muchas las áreas que han sido contagiadas por este virus fatal.
Todo este malestar e inseguridad sufrido por la población en diversas medidas, ha traído consecuencias. En el mejor de los casos, tal vez aprensión, miedo a perder la salud o la economía, tan afectada en tantos hogares debido a la crisis subsiguiente a la pandemia. En otras ocasiones, se han visto exacerbadas problemáticas ya existentes, como violencia doméstica, trastornos de ansiedad, depresión, fobias y un sin fin de patologías, algunas de ellas latentes y que han salido a la luz tras el enorme estrés vivido por la situación de pandemia. Además muchas profesiones han sido especialmente sensibles a sus embates, como el personal sanitario o de las residencias de mayores. Ha sido una dura prueba en nuestras vidas, y ha disparado lo mejor y lo peor de cada uno, después de meses y meses, de restricciones varias, confinamientos, toques de queda, crisis económica, enfermedad y muerte, muchas personas han tenido que acudir al médico, de hecho, ha incrementado sensiblemente el porcentaje de personas que toman psicofármacos. Tantas personas han visto incrementados malestares que tenían casi olvidados, otros que ya molestaban bastante se han exacerbado. Han salido miedos inmanejables: ansiedad, ataques de pánico, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo, depresión, en fin, una lista importante de dolencias cuyo detonante ha sido la pandemia Covid19.
¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo recuperar el equilibrio perdido? ¿Cómo volver a llevar una vida lo más “normal” posible? Es necesario trabajar varias herramientas personales, la confianza en uno mismo, la resiliencia, la voluntad, la perseverancia, planteamiento de objetivos vitales, darse permisos, aprovechar tiempos para hacer aquello que siempre había quedado pendiente. Es un buen momento para ponernos a prueba, poder manejar nuestras vidas de forma realista, proactiva, coherente, firme y segura. Todo ello no aparece sin más, sino que es fruto de un trabajo personal que nos hace vivir conscientemente, dándonos cuenta, percibiendo nuestro entorno, a nosotros mismos, estar conectados, disponibles para nosotros y para los demás, abiertos de mente, flexibles para adaptarnos por momentos a los diversos cambios que se van presentando. Muchas veces también salen a la luz traumas varios que se disparan ante la situación de estrés, por lo que es necesario hacer un tratamiento integral y así recuperar la salud, o, tal vez, tener buena salud por fin. En resumidas cuentas, vivir una vida plena en cualquier circunstancia, estando a las duras y a las maduras con nosotros mismos. ¡El cielo se esclarece!.
Mª PILAR FUENTE
PSICÓLOGA COLEGIADA. TERAPEUTA FAMILIAR. CLÍNICO EMDR
ESPECIALISTA EN TRAUMA Y APEGO. TERAPIA PRESENCIAL Y ONLINE.
REGISTRO SANITARIO C-15-003566 y C-15-003650