Corren tiempos difíciles, sabemos que el virus convive con nosotros y por lo tanto, ahora que conocemos las consecuencias que nos puede dejar en muchos ámbitos: muerte, secuelas a nivel de enfermedad neurológica y/o cardiovascular, separación de los seres queridos, devastación económica, alteración de la salud emocional, nos convendría mucho, como sociedad, no dejarnos arrastrar por los deseos que todos tenemos de volver a la normalidad de antes. Ahora mismo no es posible, y si algún día vuelve, nos interesa hacer todo lo posible para lograrla.
Es natural y comprensible sentir emociones como confusión, inquietud, tristeza, incertidumbre, nerviosismo, inseguridad. Nos estamos manejando en un panorama que no es el medio habitual, por lo tanto la sensación de no saber que va a pasar, como saldremos de ésta, si mantendremos nuestros empleos, o que será de la salud de nuestros mayores, si los niños podrán comenzar el cole en septiembre, o como se van a manejar los posibles contagios.
A veces la preocupación, el vivir con tensión, nos hace ir hacia el extremo contrario y tiramos hacia la despreocupación, la dejadez, la irresponsabilidad, o la negación de una realidad que está siendo dura, amarga. La cuestión es que no por no ver, o evadir, no se solucionan los problemas, es más, con frecuencia esta actitud ocasiona bastantes más añadidos, lo cual es contraproducente. Por lo tanto, nos interesa ver de qué forma podemos llevar mejor la situación de rebrote que se está dando en diversas Comunidades Autónomas, comarcas, poblaciones o ciudades, de esta forma sí podremos hacer algo para mejorar la situación.
La resiliencia consiste en la capacidad de recuperarse de circunstancias adversas como una situación traumática, una pérdida o una catástrofe, saliendo fortalecidos con mayores recursos, competencias y conexión emocional. Esta definición podríamos aplicarla tanto a nivel personal como a otros ámbitos mayores, como la sociedad, que como tal está compuesta por un grupo amplio de personas y es más o menos evolucionada, madura, en relación al manejo particular de sus miembros. La sociedad al final somos uno y podemos como tal dar unas respuestas u otras a los eventos de la vida, en este caso la pandemia Covid-19.
Hay ciertas pautas que favorecen la resiliencia social y que empiezan por cada uno de nosotros, como son:
-Mantenerse activos de acuerdo a las circunstancias que se están dando en el momento. Ej. Estar informados de las recomendaciones sanitarias, horarios, ocio, distancias de seguridad, etc.
-Razonar y buscar las respuestas más adaptativas a las necesidades actuales. Ej. Qué sería más recomendable, ir a una playa donde hay mucha gente o ir a una menos frecuentada o a horas donde se dé menos masificación.
- Mantener esta postura reflexiva en los ámbitos sociales por donde nos movamos. Ej. Si usamos mascarilla individualmente, también lo hacemos cuando estamos reunidos.
-Mostrar afecto y cercanía con los seres queridos, aunque temporalmente no pueda ser de la misma manera a la que estamos acostumbrados, estar los unos para los otros.
-Por último, buscar apoyo cuando sea necesario en instituciones, asociaciones, grupos sociales, educadores, y profesionales de la salud si es necesario, tanto física, como mental u emocional.
Si cada uno ponemos un poco de nuestra parte nuestra sociedad saldrá fortalecida de este gran reto que es la pandemia Covid-19.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA PRESENCIAL Y ONLINE
REG SANITARIO C-15-03566 y C-15-003650