Por fin, pasamos a una fase donde hay una relativa libertad de movimientos, relativa en el sentido de que las medidas de seguridad, las precauciones, el aforo en determinados espacios, las distancias de seguridad, o las mascarillas, nos acompañarán durante una buena temporada como mínimo. Y es necesario, ya que de no ser así corremos el riesgo de volver para atrás, lo que no nos interesa nada, a todos los niveles, economía, salud, bienestar emocional, ya que si ha sido duro pasar por el confinamiento, más lo sería volver a repetir y desplomarse la economía o que vuelvan a incrementarse el número de pérdidas personales.
Muchas veces no nos damos cuenta de lo importantes que son los detalles cotidianos, a veces estamos distraídos pensando en alcanzar metas, incluso a veces inalcanzables, con lo cual los días van pasando sin saborearlos, sin darnos cuenta de que la vida bulle dentro de nosotros, a nuestro alrededor, que hay mil intereses, motivos para vivir, objetivos pequeños o más grandes e ilusionantes que están ahí, sólo esperando que nos pongamos a ello, y es que tenemos un gran potencial muchas veces desaprovechado. De repente llega el coronavirus y la vida se detiene, se paraliza el planeta Tierra y tenemos que replantearlos de tajo la vida que llevamos, lo cual para unas personas ha resultado más fácil que para otras.
El COVID-19 está siendo un gran maestro de vida, siempre que estemos dispuestos a aprender nuevas lecciones. Podemos plantearnos que sentido tiene nuestra vida, que ritmo queremos seguir, estamos contentos donde estamos o tal vez haga falta un cambio importante en nuestra vida. Tal vez sirva para valorar lo bueno de nuestro alrededor y darnos cuenta de que estamos en el lugar adecuado, que eso es lo que queremos realmente aunque muchas veces no lo valoremos. Todas estas cosas tan importantes podemos echarlas a perder si no nos cuidamos, si tiramos por la borda todo lo trabajado durante más de tres meses de lucha contra el virus.
La nueva normalidad es precisamente eso, nueva, no es la normalidad a la que veníamos acostumbrados: contacto cercano, tocarse, compartir espacios con mucha gente, reuniones con personas de todas las edades… La nueva normalidad necesita que la veamos por lo que es, y es que nada es igual, al menos de momento. Si queremos volver a abrazarnos, relacionarnos sin barreras, debemos pasar un tiempo usándolas. Estamos sembrando nuestro bienestar, nuestra salud, e incluso nuestra calidad de vida del futuro.
Es importante replantearse en estos momentos cuanto queremos poner de nuestra parte para erradicar la pandemia, ¿somos capaces de postergar la satisfacción inmediata para dirigirnos a la final? ¿necesitamos cultivar la paciencia? ¿qué valoramos por encima de todo? ¿podemos dar ejemplo de responsabilidad a nuestros niños? ¿cuánto estamos dispuestos a proteger la fragilidad de nuestros mayores? ¿qué economía queremos lograr? ¿cuán satisfechos de nosotros mismos podemos sentirnos por nuestras actitudes y hechos? Las preguntas podrían ser muchas más, pero tal vez la más importante sea ésta: ¿Qué precio podemos pagar como sociedad por no respetar las medidas higiénicas y sanitarias para protegernos de la pandemia COVID-19?
La felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces está en armonía.- Mahatma Gandhi.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA PRESENCIAL Y ONLINE REG SANITARIO C-15-03566 y C-15-003650