Todavía nos encontramos inmersos en plena pandemia COVID19 y aunque la desescalada nos está permitiendo salir del confinamiento, mucha gente lo está pasando mal debido a las consecuencias del coronavirus, que son muchas y muy variadas.
La primera, la readaptación nuevamente al medio al que estábamos acostumbrados, el trabajo presencial, el transporte, o diversas actividades cotidianas. Realmente no es lo que era, el mundo ha cambiado, y es que ahora debemos movernos con medidas de protección en todos los ámbitos, vayamos donde vayamos, debemos ir con nuestra mascarilla, lavarnos las manos con frecuencia, desinfectar … en fin, el protocolo necesario en los diferentes entornos según las normativas adecuadas al sector con el fin de facilitar la higiene y así tratar de preservar la salud, aún conviviendo con el coronavirus. La vida se vuelve más compleja, torpe en los movimientos, lenta en los ritmos, con tanto protocolo.
Está ocurriendo que muchas personas se encuentran padeciendo el Síndrome de la Cabaña; y es que al final de cuentas el confinamiento se convirtió en un lugar seguro durante unos meses, tal vez con la sensación de estar aislados en una especie de burbuja donde nada malo podía pasar o contagiar. Aunque este aislamiento fue inicialmente necesario, con el paso del tiempo se puede volver patológico, ya que los seres humanos necesitamos más estímulos para poder llevar una vida armoniosa, empezando por tomar aire puro y hacer algo de ejercicio, hasta relacionarnos con otras personas, pasando por ocupar nuestra mente en actividades diversas; y por supuesto, hasta hacer trámites o cuestiones pendientes de resolver debido a la paralización provocada por el confinamiento.
Poco a poco vamos incorporándonos a esa normalidad bastante especial, pero que ahora es lo que toca. Si tenemos desarrollada una buena capacidad de adaptación, es posible ir realizando cambios progresivamente en el día a día sin mayor inconveniente, es más, aprendiendo de las situaciones y experiencias que nos ha tocado vivir, con lo cual salimos fortalecidos, enriquecidos a nivel personal. Aunque a cierta parte de la población no le resulta tan fácil, sobre todo cuando existen patologías previas, propensión a la ansiedad, cambios importantes de ánimo, fobias, o hay dificultades en el entorno próximo que generan estrés y por tanto sobrecarga emocional; en estos casos es necesario pedir ayuda profesional con el fin de que el malestar no se dispare y en la medida de lo posible restaurar el equilibrio y la salud.
El coronavirus nos está dando una nueva oportunidad para reajustar nuestras vidas, nos está enseñando muchas lecciones, que es lo realmente importante, que ritmo queremos seguir, que cosas tenemos pendientes, como queremos plantearnos la vida, e incluso nos da la opción, a veces forzosa, de reinventarnos laboralmente. En realidad siempre hay oportunidades, son desafíos que podemos tomar y seguir adelante, con aciertos y errores, porque de esto se trata la vida, de hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos, pero siempre hacia delante.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA PRESENCIAL Y ONLINE REG SANITARIO C-15-03566 y C-15-003650