En plena pandemia Covid-19 y ya en la fase I del desconfinamiento, a medida que podemos ir saliendo a la calle es necesario aumentar las medidas de seguridad. Es un escenario en cierta manera surrealista; si nos lo hubiesen dicho hace unos meses sería increíble, inimaginable. Después de pasar dos meses confinados ya salir a la calle y hacer vida medianamente normal es lo más importante, ya sea con mascarilla o tomando distancias o lavándose las manos, o lo que haga falta.
Este avance es importante para poder salir de la crisis y es resultado de haber sido responsables, aguantar el tipo y pensar en preservar la salud por encima de cualquier otra cosa, cuidando no sólo de nosotros, sino de las personas queridas que están a nuestro alrededor, y a la vez de toda la sociedad. Todo ello ha sido necesario, pero no suficiente, vamos pasando a nuevas etapas donde tenemos que ir adaptándonos a medida que van dándose los cambios, que son continuos y casi diarios. Esta crisis está requiriendo utilizar todos los recursos personales disponibles, algunos que conocíamos y otros que ni siquiera sabíamos que estaban ahí, lo cual es muy importante, ya que viviendo muchas veces en la zona de confort no podemos llegar a expresar todas nuestras potencialidades.
¿Qué sucede cuando este proceso natural se detiene? El miedo está presente en nuestras vidas de forma natural, es funcional, ya que de que no tenerlo nuestra supervivencia correría peligro, ya que no percibiríamos las alarmas de peligro, por lo tanto es necesario y es un mecanismo de supervivencia. Pero cuando el miedo se dispara se convierte en ansiedad, lo cual dificulta la vida y el sistema nervioso se colapsa, se crispa, se altera, deja de funcionar de manera funcional y el aviso de peligro en vez de ayudarnos, nos está perjudicando; aparece la sensación de dolor en el pecho, falta de aire, nerviosismo, pensamiento obsesivo, desánimo, tristeza, preocupaciones excesivas, en fin, cantidad de síntomas variando de unas personas a otras.
Precisamente el miedo es lo que detiene que el proceso natural del sistema nervioso vaya adelante. Es necesario pararse, calmarse, escucharse, y dejar que el propio sistema recupere su ritmo, al fin y al cabo ha sido diseñado para la supervivencia. Cuando somos capaces, estamos llevando las riendas de nuestra vida, ya que sabemos cuando tenemos que aflojar y cuando apretar, es algo así como pisar el freno y el acelerador para continuar con el viaje. Aprender a regularse es fundamental ya que en este estado es cuando se da la resiliencia, se pueden vivir situaciones traumáticas y salir relativamente indemnes, con salud y confianza en un@ mismo.
Es importante buscar espacios para la calma, el relax, contactar con personas y espacios que nos devuelvan al equilibrio, graduar nuestros tiempos, priorizar actividades; poco a poco iremos notando como el sistema nervioso se relaja. Cuando esto no es posible es que hay otras cuestiones más profundas que están bloqueando el funcionamiento natural del sistema nervioso, siendo en este caso adecuado recurrir a la psicoterapia.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA SANITARIA NRS. C-15-03566 y C-15-003650