El Dia Internacional de la Mujer, 8 de marzo, es una fecha que se celebra en muchos países del mundo. La Carta de las Naciones Unidas firmada en 1945 fue el primer acuerdo internacional para afirmar el principio de igualdad entre hombres y mujeres; a partir de entonces se han ido creando estrategias, normas, programas y objetivos acordados internacionalmente para mejorar la condición de las mujeres en todo el mundo. Un año después se celebraron en diversos países mítines a los que asistieron más de un millón de mujeres y hombres; además del derecho de voto y de ocupar cargos públicos, exigieron el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Menos de una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas y judías, murieron el trágico accidente de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de EEUU, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.
En España, el 8 de marzo de 1910 tiene también una significación especial, pues a partir de ese día la mujer pudo acceder a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones que el hombre, cuando se aprobó una real orden que autorizó “por igual la matrícula de alumnos y alumnas” poco después de que Emilia Pardo Bazán fuera nombrada consejera de Instrucción Pública. La tradición cuenta que en 1849 Concepción Arenal se disfrazó de hombre para poder estudiar Derecho en la Universidad de Madrid.
En estos momentos hay mucha gente que dice que las mujeres están revueltas, y así es. Es difícil vivir en una sociedad donde todos los días se ve que hombres con iguales o incluso peores facultades o formación tienen más oportunidades, como se cierran puertas solo por el hecho de ser mujer, como se cobran salarios inferiores, como el machismo sigue campando a sus anchas, como existe una importante y grave falta de respeto hacia la sexualidad femenina, llegando incluso a ver la violación en grupo como una celebración festiva. La raíz del problema: la discriminación histórica de la mitad de la población.
Es importante que cada uno pongamos nuestro granito de arena, hombres y mujeres, para construir una sociedad más igualitaria, en evolución, donde cada uno de las personas reciban el mismo trato y tengan las mismas oportunidades, donde paulatinamente se vayan dejando atrás esos machismos obsoletos y egoístas que todavía perviven en nuestra cultura y que no hacen más que perjudicar las relaciones familiares, de pareja, padre-hijos, laborales, de todo tipo.
Pongamos en valor, mejor dicho, demos el valor que le corresponde a la mitad de la población, las mujeres.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA