El verano es la estación ideal para el relax, buena temperatura, días más largos que permiten llevar adelante un montón de actividades, noches agradables... Si además podemos gozar de unos días de vacaciones esta sensación de disfrutar de la la estación aumenta.
Pero no todo son alegrías, es frecuente que aumenten los roces entre los miembros de la familia al pasar más tiempo juntos, los niños, incansables, pueden agotar, la pareja se resiente. Por paradójico que resulte se puede llegar a pensar que se está mejor en las jornadas laborales de todo el año, y es que con la actividad frenética del día a día todo está más aplacado, no hay tanto tiempo para darse cuenta de esas dificuttades que ya hace tiempo están presentes.
¡De repente estalla el conflicto! Aparece la desilusión, el hastio, el darse cuenta que ya no tiene sentido seguir como siempre, que se ha llegado a un punto muerto, por no decir al final del camino, o incluso a una tensión producida por llevar mucho tiempo con conflictos sin resolver.
La vuelta de las vacaciones puede ser algo frustante o una nueva oportunidad para plantearse la vida de otra manera. Tal vez sea necesario marcarse nuevos objetivos vitales personales, tal vez haya que hacer una revisión de la relación de pareja, tal vez hay que ajustar la educación de los hijos llegando a acuerdos entre ambos progenitores.
En fin, como toda crisis, si le damos la bienvenida podemos quitar muchas enseñanzas y mejorar nuestro día a día, en casa, en el trabajo, en cualquier ámbito que notemos que debemos hacer un cambio. Ocurre que a veces uno no puede solo, este sería el momento de contactar con un profesional, podriamos ayudarte a salir de esa dificulad que ahora te parece insalvable y así recuperar el gobierno de tu vida.
MARIA PILAR FUENTE
PSICOLOGA