Comienza un nuevo año, y década 2020. Como cada año, podemos hacer balance de los logros y tropiezos que hemos sufrido en el devenir de 365 días, a la vez que nos proponemos nuevos retos o intentamos conseguir los que no han salido adelante el año que finalizó. Todo ello en el mejor de los casos, ya que hay personas que simplemente cambian de calendario y siguen con su vida de siempre, sin más novedades, donde todo es igual y nunca pasa nada. Esto hace que la vida resulte tediosa, difícil de llevar, se hace cuesta arriba. Y es que moverse como un autómata es complejo y estéril, es posible que a primera vista pueda resultar cómodo, pero el precio a pagar es demasiado elevado.
La cuestión es que muchas personas no saben qué hacer con su vida. No han descubierto su propósito, su fin, un objetivo vital que les llene de satisfacción y que redunde en la sociedad. Hacer el bien es una de las mayores satisfacciones, y aunque no esté de moda ser buena persona, es absolutamente enriquecedor. En la sociedad del siglo XXI predomina el hedonismo, la búsqueda de placer momentáneo, fácil, sin más fondo y por lo tanto efímero, lo cual conduce a esa sensación de vacío que luego trata de llenarse con sucedáneos: comunicaciones ficticias como las redes sociales a través de un contacto contínuo con las nuevas tecnologías; interacciones personales regadas con alto contenido de cualquier tipo de sustancias; el postureo donde se pretende dar una imagen ideal y cercana a estándares irreales… Todo ello conduce al vacío existencial y a una baja autoestima.
La falta de valores está presente en nuestra sociedad. Pero es imprescindible recurrir a ellos para encontrar el sentido de la vida. Para poder encontrar nuestra pasión, objetivo vital, desarrollo personal, una vida con inquietudes e ilusiones, debemos preguntarnos a nosotros mismos que es lo verdaderamente importante para nosotros, qué despertaría nuestra alegría, qué nos encantaría. De alguna forma es hacer realidad los sueños, y no hay nada más satisfactorio en la vida, aunque aparezcan obstáculos, consejos y personas que nos recomienden que mejor quedarse en la zona de confort; impedimentos de todo tipo que se pueden salvar con tesón, confianza, trabajo, esfuerzo, visión de futuro, paciencia, calma, templanza, esperanza, buen hacer, fortaleza de ánimo, seguridad en uno mismo y coraje. A veces todos estos ingredientes no están presentes, pero se pueden cultivar, el camino hacia el proyecto nos va pidiendo lo que necesitamos y lo vamos trabajando. También es necesario agradecer, sobre todo a las personas que facilitan, apoyan, y nos acompañan en esta andadura; y también a las que cierran puertas, porque gracias a ellos nos instalamos en la senda correcta.
Antonio Machado en su poema dice: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Sentirse realizado es cuestión de mirar hacia el interior y ponerse en marcha, sin más dilación. La vida y los años pasan rápido, como para perdérselos. Quitemos la mejor versión de nosotros mismos, seamos útiles, acompañémonos de maestros inspiradores que nos apoyen y crean en nosotros.
¡Feliz año y década 2020!
Mª PILAR FUENTE
PSICÓLOGA