Cada vez hay más casos de personas que desarrollan relaciones íntimas y duraderas con tecnologías de inteligencia artificial. En casos extremos, se han "casado" con sus parejas de IA en ceremonias sin compromiso legal, y al menos dos personas se han suicidado siguiendo los consejos de un chatbot de IA.
El romance o la compañía con IA va más allá de una conversación aislada. Tras semanas y meses de conversaciones intensas, estas IA pueden convertirse en compañeros de confianza que parecen conocer y preocuparse por sus parejas humanas. Y dado que estas relaciones pueden parecer más fáciles que las relaciones entre humanos, una verdadera preocupación es que las personas puedan trasladar las expectativas de sus relaciones con IA a sus relaciones humanas.
También existe la preocupación de que las IA puedan ofrecer consejos perjudiciales. Dada su predilección por alucinar (es decir, inventar información) y generar sesgos preexistentes, incluso las conversaciones breves con ellas pueden ser engañosas, pero esto puede ser más problemático en las relaciones a largo plazo con ellas.
Con las IA relacionales, el problema es que se trata de una entidad en la que las personas sienten que pueden confiar: es alguien que ha demostrado interés y que parece conocer a la persona profundamente, y asumimos que alguien que nos conoce mejor nos dará mejores consejos. Si empezamos a pensar en una IA de esa manera, empezaremos a creer que vela por nuestros intereses, cuando en realidad, podrían estar inventando cosas o aconsejándonos de forma muy negativa.
Los suicidios son un ejemplo extremo de esta influencia negativa, pero los investigadores dicen que estas estrechas relaciones entre humanos e IA también podrían exponer a las personas a la manipulación, la explotación y el fraude. Si las personas revelan información personal a las IA, esta podría venderse y utilizarse para explotar a esa persona. También las IA relacionales podrían utilizarse con mayor eficacia para influir en las opiniones y acciones de las personas. Estas IA están diseñadas para ser muy agradables y simpáticas, lo que podría agravar las situaciones, ya que se centran más en tener una buena conversación que en una verdad fundamental o seguridad.
En una sociedad que fomenta a nivel social el individualismo, el egoísmo, la competitividad y “el sálvese quien pueda”, está promoviendo un nivel tal de estrés que nos conduce al aislamiento, soledad y de abandono emocional, que con el tiempo se transformara en ansiedad, depresión, obesidad, en trastornos por consumo y sin consumo de sustancias, pero sobre todo en dolor crónico emocional y físico, especialmente en los más vulnerables por lo social y por lo biológico. A más estrés y más estímulos de consumo perjudiciales donde refugiarnos en busca de la calma y bienestar que no tenemos, pues más posibilidades tenemos de desajustarnos crónicamente, es decir de ser diagnosticados y tratados casi de por vida. Y nunca será suficiente el prohibirlas, solo necesitamos aprender de nuestros errores como sociedad.
Psicólogos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri (Estados Unidos). PSIQUITRÍA.COM
Mª del Pilar Fuente Psicóloga Colegiada G-04034
Centros Sanitarios C-15-003650 y C-15-004977
Traumaterapia. Terapia familiar sistémica.