En la cultura que nos ha tocado vivir, Occidente, siglo XXI, donde impera el machismo patriarcal desde el principio de los tiempos, campo en el que como sociedad intentamos ir dando pasos poquito a poco, con el fin de que no sigan repitiéndose patrones relaciones dañinos, como pueden ser, entre otros muchos, las relaciones de pareja que estamos viendo a diario entre personas muy jóvenes, que se manejan desde el control, el chantaje, la dominancia-sumisión, en fin, violencia de género, con abuso al menos emocional, sino físico.
Esta misma cultura nos impulsa a ver, erróneamente, a la mujer como una cuidadora principal de la familia en todos los ámbitos, alguien sobre se espera que soporte todas las cargas sin rechistar: cuidado de mayores, de hijos, nietos, tal vez otros familiares y a la vez que trabaje fuera y se sienta satisfecha por todo ello. Esta postura real no es realista, no es una asunción de cargas responsable, ya que no es equilibrada, por lo tanto, el sufrimiento, la falta de salud, aparece, y lo que es peor, se transmite, repitiendo nuevamente patrones de abuso, autoabandono y negligencia. No es casualidad que los índices de depresión, entre otras enfermedades mentales, son muchísimo más altos en la población femenina, y tiene mucho que ver con la sobrecarga que se ve asumiendo, de forma inconsciente, una especie de programación que viene dada desde la más tierna infancia.
Los años van pasando y la vida se va conformando desde una posición de indefensión, una disposición infinita y dañina a soportar todo lo que venga. Inexorablemente aparece la merma de facultades a medida que la edad avanza, se va perdiendo fuelle, las fuerzas no son las mismas, y tal vez aquí se inviertan los roles y se precise apoyo, cuidados. Además, el colectivo de personas mayores está mayoritariamente formado por mujeres, que se enfrentan a importantes barreras derivadas no sólo de la edad sino también de los prejuicios de género que impiden que puedan llevar una vida digna y hacer pleno uso de sus derechos, desgraciadamente.
Para mejorar como sociedad, cuidar a las madres, hijas, hermanas, mujeres queridas, respetadas, tod@s, hombres, mujeres, necesitamos dar pasos adelante y tratar de ir hacia una sociedad más igualitaria, ya que no sólo las mujeres estarán mejor, los hombres se sentirán mucho más plenos y realizados, lo cual trasmitirán a la vez a sus hijos. Se puede vivir de forma más plena e inteligente. Esto se logra apoyando a la mujer en sus necesidades, compartiendo vida y responsabilidad, lo cual conduce a la libertad, el bienestar, y por supuesto a una mejor comunicación en todos los ámbitos. También hay que practicar el Buen Trato y si es necesario, denunciar cualquier tipo de violencia y abuso del que se tenga constancia.
Como mujer, es necesario marcar límites para proteger la salud física y emocional. Para ello es necesario realizar un entrenamiento de fondo, un aprendizaje continuo, que genere resiliencia. Fundamental la independencia económica. También participar en actividades lúdicas, formativas, culturales o sociales, tratando de no dejarse vencer por estereotipos de edad para realizar cualquier tipo de formación o continuar trabajando o capacitándose profesionalmente si así es su deseo, y lo disfruta. Mantener una imagen más positiva de la vejez, proceso natural de la vida, con un bagaje importante de experiencias y sabiduría. Es posible disfrutar esta nueva etapa de la vida plenamente.
Mª PILAR FUENTE. PSICÓLOGA COLEGIADA G-04034
CENTRO SANITARIO C-15-003566 Y C-15-003650
PSICOTERAPIA. TRAUMATERAPIA.
CLÍNICO EMDR. TERAPEUTA FAMILIAR SISTÉMICA