El término luz de gas o gaslighting proviene de la obra de teatro británica Gas Light de 1933, posteriormente llevada al cine en 1944 por George Cukor. Se ha usado coloquialmente desde 1970 para describir los esfuerzos por manipular el sentido de la realidad de una persona.
Es una forma de abuso psicológico que consiste en presentar información falsa para hacer dudar a la victima de su memoria, de su percepción o de su cordura. Puede consistir en negaciones simples por parte del abusador, en el sentido de si determinados eventos existieron o no, o incluso en la escenificación de situaciones extrañas con el fin de desorientar a la víctima.
Se trata de una forma de manipulación mental que puede adoptar varias manifestaciones, siempre construyéndose de manera progresiva aunque también sin obviar los métodos y mentiras más directas que acrecientan la seguridad en el manipulador y al inseguridad en la victima. Persigue el objetivo de desorientar a la víctima que empezará a dudar de su propio recuerdo basándose en la seguridad con la que el otro le plantea esta nueva visión. Se trata de un eficacísimo método para manipular a antojo y anular voluntades para hacerse dueño de la victima y convertirla en su esclava.
Todo ello favorece el progresivo aislamiento de la víctima, lo cual impide que puede disponer de opiniones externas que desmonten el artificio, de esta forma la persona se vuelve insegura e incapaz de funcionar de forma independiente, lo que facilita el autocuestionamiento y destruye la confianza en su juicio, intuición y valía.
Las relaciones humanas están plagadas de momentos de gaslighting, en ocasiones sin apenas darse cuenta, pueden salir esporádicamente. El problema es cuando en el seno de la pareja, la familia, o el entorno laboral, por ejemplo, se practica asiduamente como método de manipulación.
Es importante conocer esta forma de abuso, de acoso moral, pues es frecuente dentro de las violencias machistas. En las personas que practican luz de gas, subyacen creencias destructivas que piensan que entre las personas pueden establecerse relaciones de posesión y exclusividad, que las percepciones y juicios de los demás pueden cambiarse a voluntad, y no permiten intercambio de opiniones.
¿Cómo salir de esta trampa? Con frecuencia es necesario apoyo profesional, las victima necesita validación y fortalecimiento de su realidad, es importante que consiga aumentar la consciencia de lo que ocurre y poder verbalizarlo; pasando finalmente a la recuperación de su poder tratando de establecer una relación más equilibrada, pero en el caso de que esto no sea posible, es necesario tomar distancia del perpetrador.
Todas los seres humanos tienen derecho a unas relaciones sanas, libres y satisfactorias, donde las personas se quieran bien.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA