La primavera ya está aquí. Es una auténtica revolución de la naturaleza que de nuevo despierta del letargo invernal, el sol comienza a calentar, empiezan a asomar los colores de las flores, los brotes de los árboles, aunque también el polen con las molestias asociadas para las personas que sufren de alergias. Los animales comienzan nuevamente con su crianza.
Es un despertar de los sentidos, literalmente. Pero ¿qué es lo que hace que este cambio estacional tenga tanta fuerza, tanta repercusión? Parece ser que el secreto está en la luz, nuestro reloj interno se ajusta al nuevo cambio. La primavera le dice a nuestro cuerpo que es hora de despertar, de reproducirse, de volver a estar activos. El calor, las prendas más sugerentes, la luz, todo juega a favor de la atracción, es fácil sentirse cautivado por las relaciones sociales, cambiamos nuestras pautas de comportamiento.
Aunque como todo, la primavera también tiene su parte mala: la astenia, que provoca cansancio, apatía o depresión en quien la sufre; parece que hay importantes influencias hormonales, también pueden darse desajustes en el sueño, o aumento de la actividad debido a mayor número de horas de luz que puede llevar al cansancio.
La mejor forma de llevar este cambio es con calma, paso a paso, como también sucede con el tiempo ya que unas veces hará calor y otras frío, lloverá y escampará; así mismo los seres humanos nos vamos adaptando, con pequeños cambios. Es importante no forzarse si se nota uno más flojo, decaído; hay que permitir que el cuerpo, la mente, todo nuestro sistema vaya ajustándose a su ritmo, no es cuestión de forzar nada.
En fin, hay personas que pasan por este cambio estacional sin mayores consecuencias, pero otras lo pasan realmente mal; de hecho es una de las estaciones que más malestar puede llegar a producir en diversas sensibilidades, ya que pueden activarse traumas no resueltos, aniversarios, cuestionamientos vitales, dudas existenciales, o tal vez verse preso en situaciones de las que no se ve la salida aunque la vida comience a resurgir de nuevo. Es como un recordatorio, un nuevo comienzo donde uno valora si fluye con la vida o mantiene pesos del pasado o atascos del presente. Es necesario hacer un repaso de temas pendientes y actualizarse, como hace la naturaleza; si uno no tiene grandes temas pendientes es posible seguir sin cargas adicionales, pero cuando éstas resultan muy pesadas, es hora de acudir al especialista y evaluar qué no lo deje avanzar para así poder liberarse y disfrutar de la vida plenamente.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA