Este es el deseo de la mayoría de las personas para todas estas fechas que se avecinan, pero sucede que no siempre se logra.
La Navidad es una época del año donde se remueven cantidad de sentimientos, recuerdos, nostalgias; con cierta frecuencia aparece la tristeza por personas que ya no están, familias rotas, enfermedades, desempleo… cosas de la vida. Las emociones están a flor de piel. Por todos lados se ven anuncios con imágenes idílicas, luces de colores, brillos, promesas para el próximo año, esperanzas a veces infundadas y poco realistas; cuando la realidad bien vivida es el lugar donde mejor se está. Para muchas familias estas celebraciones Navideñas son las más importantes del año, se le otorga una importancia muy grande que puede producir alguna desilusión si no se cumplen todas las expectativas puestas en unos pocos días, cuando el año cuenta con muchos más.
A veces sucede que las tensiones por discrepancias entre los diversos miembros de la familia contenidas a lo largo del tiempo, pueden estallar en la mesa, cuando menos se espera. Esto resulta devastador, luego de aguantar tanto pues se desborda. Tratar las diferencias con calma y cuando suceden, es el modo de que no haya tensiones, sino diferentes puntos de vista.
Cuando aparece la depresión conviene estar atentos a los síntomas, no interesa que se convierta en crónica, o que se despierten viejos fantasmas ya distantes. Muy importante no dejarse llevar por la melancolía y aprovechar el tiempo disponible para dar paseos por la naturaleza, disfrutar de la compañía de los seres queridos, amigos, la decoración de las calles, visitar belenes, cocinar juntos… Todo lo que siente bien y cargue las pilas.
La casa se llena de alegría cuando hay pequeños correteando, esperando con ilusión la llegada de, tal vez Papá Noel o los Reyes Magos, o ambos. Su bullicio y ganas de vivir son contagiosos y es imposible no impregnarse de esa energía que desprenden y de la que generaciones anteriores ya no disponen en la misma medida. Es una buena época para disfrutar de su compañía y compartir actividades, tiempo libre, todos saldrán ganando.
Otra cosa que hace sentir bien es compartir con los menos afortunados, tal vez haciendo una aportación al Banco de Alimentos, colaborando con alguna actividad, comprando una rifa a los niños que preparan su excursión de fin de curso, invitando a algún familiar o amigo que se encuentre solo, o cuidando de los mayores y pequeños.
En fin, es mucho más positivo, enriquecedor, disfrutar de las Navidades con tranquilidad, aceptando la realidad de cada uno y disfrutando de todo lo positivo que hay a nuestro alrededor. Así se consiguen unas Navidades en Paz.
Felices Fiestas y Venturoso Año Nuevo.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA