El perdón no es fácil de manejar, tiene sus dificultades y pueden ser de diversa índole:
1.- Hay quien pide perdón a cada paso porque se encuentra incómodo por una situación que le está generando tensión, por lo tanto trata de sacársela de encima lo antes posible a cualquier precio, siendo en la mayoría de los casos un trámite falso ya que en realidad de no siente. Esto puede llevar a que la otra parte se enfade más todavía al no sentirse respetado y valorado. También sucede que se puede pedir perdón para salir del paso, pero a la vez bajando un poco la oreja, o la estima, para, dejándose pisar un poco, que se desvanezcan los conflictos. Esta actitud lleva inexorablemente a la pérdida del respeto de los demás, ya que la persona se coloca en una posición donde está dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de evitar el conflicto.
2.- Otras veces se pide perdón porque uno se cree realmente culpable de situaciones de las cuales no tiene responsabilidad alguna. Esto genera mucha confusión ya que no se acaba de comprender la diferencia entre los hechos y los sentimientos. Sucede habitualmente en ambientes donde existe mucha conflictividad, manipulación y tergiversación de los hechos, tratando de eludir responsabilidades para pasarle las culpas a alguien que no es consciente de por qué llega a encontrarse en esa postura.
3.- Una postura más sana es pedir perdón cuando uno honestamente reconoce que se ha equivocado y puede tratar de rectificar, lo que significa asumir las propias responsabilidades. Lleva a unas relaciones más sanas, con mayor confianza, comunicación e intercambios más enriquecedores donde todos los implicados salen ganando. Es un ambiente propicio para el desarrollo personal, tanto en la intimidad como en los demás ámbitos como pueden ser laborales, estudios, deportivos, aficiones, etc. Conduce hacia el progreso del ser humano, en una palabra.
Con demasiada frecuencia nos encontramos en situaciones que no sabemos en qué parte estamos situados ¿culpable? ¿Víctima? ¿Esto me corresponde o no es mío? Es preciso hilar fino para simplemente asumir las responsabilidades propias, el único terreno donde uno puede modificar su conducta, y dejar las que no corresponden a uno y por lo tanto no puede hacer nada al respecto. A base de practicar y ser honestos con nosotros mismos en primer lugar, las dudas se disipan y uno sabe donde está ubicado, lo cual siempre nos permite dirigir el rumbo de nuestras acciones hacia las metas perseguidas y logrando el bienestar emocional, el equilibrio.
Vivir el momento presente y disfrutar del aquí, ahora. Es el único espacio donde se puede estar bien, conectado con uno mismo y siendo consciente de sus sentimientos, gestionando por lo tanto sus emociones.
MARÍA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA