El abuso narcisista es un tema todavía bastante desconocido. Ciertos trastornos antisociales son patologías que no son fáciles de detectar ya que a menudo son personas integradas en la sociedad, lo que se podrían definir como psicópatas integrados.
El trastorno de personalidad narcisista (uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás. La realidad del narcisista es un delirio que cubre las necesidades de un ego sobredimensionado.
Las personas que se relacionan con el narcisista de una forma íntima (pareja, familia, amigos muy cercanos, empleados,..) están suscritos a esta realidad, en una actitud de ‘seguir la corriente’, es delirante. Pueden negar lo que han dicho, entrar en lo que se llama la ensalada de palabras, para confundir o hacer gaslighting con frases como: ‘¿Cómo podrías pensar que he dicho eso?’ o ‘¡Tú es que estás loca!’ CONTRADIRÁ LOS HECHOS. Si no estás de acuerdo con el narcisista, dirá que estás mintiendo, que te estás inventando cosas o que estás loco. Siempre tergiversará la realidad para adecuarla a sus deseos. Ej. puede decirte que pagues lo que debes, cuando quien no está pagando es el propio narcisista.
Uno de los problemas más importantes de los narcisistas es el miedo. En el fondo, y aunque sean muy buenos en aparentar lo contrario, los narcisistas son personas profundamente temerosas e inseguras. En el centro está su IMAGEN, en lugar de quiénes son realmente. Tienen tanto miedo de asumir la responsabilidad por las acciones (maltrato, abuso,…) que les hacen «quedar mal» frente a los demás, que hacen de la mentira, la apariencia y la arrogancia, su realidad. Y de alguna manera, consiguen rodearse de personas, sobre todo su pareja y su familia, o de colaboradores necesarios, que «les siguen la corriente» en su delirio.
Tampoco existe lo que realmente sucedió, sino simplemente lo que es conveniente para el narcisista recordar que sucedió. Lo que significa que no hay una comunicación directa y honesta. No hay nada más allá de la conveniencia del narcisista a la que se pueda apelar, que establezca un estándar común o una realidad común. Esto hace que interactuar con un(a) narcisista sea algo muy difícil y confuso.
De forma psicológica, en la mayoría de los casos, una familia narcisista funciona como una férrea dictadura o una secta, en donde la persona que empieza a cuestionar esa realidad, ese delirio, es castigada o desterrada del grupo. La persona que cuestiona la realidad de la narcisista y, por extensión, de toda la familia, suele ser la hija a la que se le ha asignado el rol de la rebelde o del chivo expiatorio. Estas niñas suelen ser las que señalan que «algo está mal» en la familia y acaban pidiendo ayuda fuera de ese entorno.
Para el narcisista, no existe ni el motivo para cambiar (ya que el daño generalmente se inflige a otras personas, no a sí mismos) ni una vía para evaluar seriamente las perspectivas propias, la interpretación distorsionada que hace el narcisista de la realidad.
Por eso los hijos de narcisistas, hasta que hacen terapia, suelen ser personas que se desorientan con facilidad, no sólo físicamente sino también en sus propias vidas, ya que vivieron todo este entorno confuso durante la infancia. El rol antes mencionado del rebelde o el chivo expiatorio es en el que la narcisista proyecta partes suyas negadas para no tener que reconocerlas en sí misma, como la rabia, el miedo o la inseguridad. Así es cómo se da el maltrato. En realidad, la narcisista no está interactuando con su hijo y viéndolo de verdad sino que está tratando con partes suyas negadas y proyectadas.
Las personas que han crecido en familias narcisistas muchas veces acaban atrapadas en una relación con un narcisista porque esta dinámica difícil y confusa les resulta familiar y porque, al igual que en su infancia, cuando confrontan o dudan sobre las intenciones reales del narcisista, tienden a cuestionarse a sí mismos, que es lo que hacían sus padres y repite el narcisista en su edad adulta:
Sanar del abuso narcisista es darte cuenta de que realmente son personas que no sienten ni piensan como tú. Si te adentras en su versión de la realidad, esto habla de tu propio delirio. Cuanto más veas la realidad tal y como es, más serás tú la persona que cuestione al narcisista en lugar de que la dinámica sea al revés.
MARÍA PILAR FUENTE. CENTRO SANITARIO C-15-003566 Y C-15-003650
PSICÓLOGA COLEGIADA G-04034. PSICOTERAPIA. TRAUMATERAPIA.
CLÍNICO EMDR. TERAPEUTA FAMILIAR SISTÉMICA.